Piso Firme vive su día grande con la XXIV Fiesta de la Cebolla

El barrio galdense de Piso Firme saboreó este domingo la XXIV edición de su popular Fiesta de la Cebolla, un evento con el que el Ayuntamiento de Gáldar rinde homenaje al esfuerzo de hombres y mujeres que durante generaciones han mantenido vivo este cultivo. Cientos de personas pasaron por la cancha de Piso Firme para disfrutar de las agrupaciones folclóricas Escuela de Folklore ‘Parranda la última y nos vamos’, Agrupación Cultural y Folclórica ‘Surco y Arado’ y grupo musical ‘La clave’, que amenizaron la jornada, de la entrega de premios a las cebollas rojas y blancas más pesadas, del pescado encebollado que coronó la mañana, del homenaje a Puri Moreno Moreno y de la bajada de la Virgen de Santa Rosa de Lima. El evento, que organiza la concejalía de Desarrollo Socioeconómico, que dirige Tine Martín, y la Asociación de Vecinos El Juncal, está enmarcado en el programa de las Fiestas Mayores de Santiago.

El elenco de premiados fue el siguiente: la cebolla roja de mayor peso la presentó Daniel Gil Moreno con 1,38 kilos por delante de la de Alexia Cruz, de 1,29 kilos. En cuanto al lote de diez cebollas rojas de mayor peso ganó Dulce María Jiménez Díaz con 11,11 kilos por delante de Carlos Ildefonso Moreno Jiménez, con 10 kilos. Mientras, en la categoría de cebollas blancas la individual de mayor peso fue de Carlos Ildefonso Moreno (1,65 kilos) por delante de Dulce María Jiménez Díaz (1,49 kilos). Por último, el lote de diez cebollas blancas de mayor peso lo presentó Victoria Pérez Jiménez con 13,98 kilos por delante de Milagrosa Moreno Díaz, con un lote de 13,12 kilos.

Teodoro Sosa, alcalde de Gáldar, felicitó a los premiados, a la homenajeada pero especialmente «a todos quienes quieren este cultivo que durante generaciones se ha mantenido en este barrio». El primer edil estuvo acompañado por primera vez en la Fiesta de la Cebolla por el alcalde de Agaete, Jesús González, cuyo municipio comparte muchas de las hectáreas en las que se cultiva este producto en Piso Firme. 

«En Troya, en Piletas y en Los Llanos de Agaete también se cultiva la cebolla y tenemos que ir de la mano, dos pueblos se pueden entender y ayudar. Las raíces de Gáldar y Agaete son la agricultura y tenemos que seguir protegiendo a los agricultores que se quedan en el norte de Gran Canaria. Y lo hacemos durante todo el año», añadió. 

Jesús González, alcalde de Agaete, agradeció la invitación para asistir a esta Fiesta en un barrio «en el que Agaete y Gáldar casi somos un único pueblo». González subrayó que «en Agaete también queremos potenciar la agricultura y facilitar que los jóvenes se incorporen porque es de vital importancia que este sector tan bonito y con tanto arraigo se siga desarrollando de la mejor manera posible».

Tine Martín, concejal de Desarrollo Socioeconómico, dio las gracias «a todas las personas que han trabajado para que esta Fiesta sea posible». «Estamos trabajando para que este sector siga prosperando. Damos las gracias a los hombres y mujeres que se dedican a este cultivo imprescindible para Gáldar y Agaete», aseguró, y recordó que «próximamente va a ser una realidad la garantía de la marca Cebolla de Gáldar».

Homenaje a Puri Moreno Moreno

Durante la Fiesta tuvo lugar un emotivo homenaje a Puri Moreno Moreno, cuarta generación de una familia que ha dedicado su vida a la cebolla. Nacida en Las Rosas el 29 de noviembre de 1966, empezó a trabajar en el cultivo de la cebolla desde que era una niña. A los catorce años ya los padres, Antonio e Isabel, la llevaban a sus tierras en Sardina y en Agaete, donde se encuentra hoy el cementerio. Allí echaba guano, ayudaba en el riego y recogía la cebolla. Recuerda que incluso antes de esa edad ya les acompañaba a la finca familiar, primero la ponían en una orilla desde donde veía cómo trabajaban y ya luego jugaba y colaboraba en otras tareas. 

Rememora esos años como un tiempo muy duro. Cuenta que se levantaban cuando aún era de madrugada y para empezar sus labores en el campo encendían las luces del Land Rover familiar. Con esa iluminación empezaban la jornada y la acababan cuando casi era de noche. Aún se regaba por surcos y no había veneno, lo que obligaba a extremar el cuidado día a día. “Yo avisaba a mi padre cuando el surco estaba lleno y había que pasar al siguiente”, relata. Y antes de tener el coche tenían que volver andando desde Agaete.

Tiene dos hermanas: Milagros y Loreto. A los 21 años se casó con Luis Almeida, que trabaja en el sector de la alimentación, y se mudó a Marmolejos, pero su vínculo con Las Rosas es tan fuerte que se desplaza diariamente al barrio en el que nació. Tiene dos hijos: Aythami, de 33 años, y Yulisa, de 23, que fue la encargada de leer su semblanza durante el acto con mucha emoción. Puri siguió vinculada al mundo de la cebolla, pero en esta ocasión recogiendo para llevarlas a los distintos certámenes de premios. Pero su padre enfermó hace dos años y dejaron el sector. 

Ahora está jubilada y en la mayor parte de su vida ha ejercido como ama de casa y también trabajó en el área de limpieza viaria del Ayuntamiento de Gáldar. “El sector hoy en día está muy mal porque todo está caro y hay que trabajar mucho. La cebolla sí da para vivir pero no de lujo y a costa de mucho esfuerzo”, lamenta Puri, que sin embargo guarda recuerdos “muy bonitos” de su infancia dedicada a este cultivo.

Origen de la Fiesta de la Cebolla

El cultivo de la cebolla en Gáldar se remonta a los primeros pobladores tras la conquista de la isla, que encontraron en la zona de Piso Firme y Las Rosas el abono perfecto: el viento. Durante generaciones, agricultores y familias cultivaban las cebollas como ejemplo de agricultura autárquica, para consumo local, hasta que en el siglo XIX la crisis de la cochinilla y el empeño de grandes empresarios como David John Leacock hizo que se aumentara su producción para la exportación, a través del Puerto de Sardina, a otras islas o países.

Hoy su cultivo se reduce a unas 12 hectáreas, pero la cebolla de Gáldar tiene algo especial que la hace única en el mundo: sus agricultores siguen apostando por las semillas tradicionales generación tras generación, una excepcionalidad debido a que los requerimientos del mercado presionan para que se utilicen variedades híbridas, más uniformes en tamaño, sabor y color, y que está provocando la desaparición de variedades locales.

De ahí que la cebolla de Gáldar haya evolucionado de manera distinta, sobre todo debido al viento, a la temperatura y a las características volcánicas del terreno, lográndose ejemplares de alto contenido en magnesio, fósforo y potasio, ligeramente dulces, con bajos niveles de grasa y un bajo contenido calórico de acuerdo a los análisis realizados por la Universidad Politécnica de Valencia.

Fruto de esa evolución han resultado cuatro variedades únicas en el mundo: la ‘Chata de Sardina’, achatada, violeta oscuro, con un picor medio, se recolecta en mayo y es la acompañante ideal para el gofio amasado y escaldado. Por su parte, la ‘Roja’ no tiene forma homogénea, es también violeta oscuro, se recoge en julio y agosto y se utiliza para ensaladas por su escaso picor. La ‘Blanca’ es poco homogénea, marrón, se recolecta en julio y agosto, y debido a su escaso picor es recomendable para guisos y frituras. Por último, la variedad ‘Embarque’ es achatada, marrón y se recoge en mayo, además es la más picante y menos cultivada, ideal para guisos y frituras. De todas ellas se recogen unos 600.000 kilos al año.

Hace unos años se presentó en Piso Firme el libro ‘La cebolla de Gáldar, tradición y ciencia’, dirigido por los técnicos de la Agencia de Extensión Agraria de Gáldar y editado por el Cabildo de Gran Canaria en el que se hace un análisis de las variedades, características y sus propiedades nutritivas y medicinales, y recoge el saber de los agricultores y su esfuerzo por perpetuar las semillas.